Soviets: los consejos obreros de la Revolución Rusa
Soviets: los consejos obreros de la Revolución Rusa
La
palabra “soviet” significa sencillamente “consejo” en ruso. Aparecieron
en la revolución de 1905. Con el estallido de febrero de 1917, se
extendieron por todo el país. Los soviets se constituyeron en centros de
trabajo, en barrios, en el campo…. incluso en cuarteles y comisarías.
Al principio eran reuniones donde se preparaban movilizaciones o
huelgas, pero la revolución los convirtió en organismos de poder. ¡El 1º
decreto del Soviet de Petrogrado establecía que todo movimiento de
tropa debía ser aprobado por él! Es decir, había un gobierno “formal” en
el país, pero otro “gobierno” que mandaba tanto o más que el primero:
el soviet. Los soviets también empezaron a participar en la dirección de
las empresas, comenzando a establecer un control obrero de la economía.
Por J.Parodi
A medida que la revolución maduraba, el
sistema de soviets iba estructurándose mejor. Había soviets “de base”,
desde donde se elegían delegados a soviets de ciudad o de región.
Finalmente, había un soviet supremo estatal. Este “parlamento” no
funcionaba como los parlamentos que hoy conocemos. La elección era
directa en asamblea, y los delegados no se elegían con mandatos de 4
años, sino que eran inmediatamente revocables. Al calor de los
acontecimientos, los partidos ganaban o perdían influencia rápidamente.
Los soviets y poder revolucionario
Al principio de la revolución los partidos
de izquierda “moderada” eran claramente mayoritarios en los soviets. A
pesar del poder que concentraban, eligieron apoyar al gobierno
aristocrático “provisional” que se conformó tras la caída del zar, bajo
la presidencia del Príncipe Lvov. Es decir, el soviet quedaba como un
“consejero de izquierda” a ese gobierno “del cambio”. Al principio, los
bolcheviques bajo el mando de Stalin y Kamenev estuvieron de acuerdo con
esta orientación. Pero la vuelta de Lenin del exilio en abril cambió el
rumbo. El Partido Bolchevique comenzó a combatir frontalmente al nuevo
gobierno y a los partidos de izquierda conciliadores con él. Eso hizo
que a medida que las expectativas de cambio que la gente trabajadora
tenía se frustraban, los bolcheviques fueran ganando más y más peso.
El enfrentamiento llegó a ser muy agudo.
Las manifestaciones eran ya muy masivas bajo la consigna de “¡Todo el
poder a los soviets!”. Finalmente, en el mes de octubre, el soviet
desplegó sus tropas en los puntos estratégicos y detuvo al gobierno,
entregando el poder al soviet supremo estatal, que eligió un nuevo
gobierno con Lenin como Presidente y emitió una batería de decretos
sobre el establecimiento de la paz inmediata, el reparto de la tierra,
la nacionalización de la banca, el control obrero de la economía, la
autodeterminación de las nacionalidades o la igualdad total de la mujer.
Enseñanzas para hoy y mañana
Para coordinar luchas y orientarlas
políticamente es necesario impulsar espacios unitarios, como hoy pueden
ser las Marchas de la Dignidad. Obviamente, hoy no estamos viviendo
ninguna revolución. Pero siempre que las hay se plantea ¿quién debe
gobernar?
Las instituciones actuales están diseñadas
para imposibilitar cualquier cambio real. Unas candidaturas tienen un
masivo apoyo financiero y mediático y otras son invisibilizadas, la ley
electoral es injusta (en las últimas elecciones en las que participamos a
nuestra candidatura cada diputado le costó 454.012 votos mientras que
al PP sólo 57.692), los gobiernos están obligados a pagar la deuda por
el art. 135 de la Constitución y maniatados por la UE (un buen ejemplo
es Tsipras). Y si todas esas medidas fallaran, los poderes reaccionarios
pueden incluso dar un golpe, como hicieron aquí en 1936 o contra
Allende en Chile.
Para que una revolución triunfe, necesitará
estructurar un nuevo tipo de poder, que sustituya a las viejas
instituciones. Obrero y popular, con una democracia directa desde la
base. El papel de un partido revolucionario no consiste en inventarse
“soviets” u organismos similares, sino en saber construir los organismos
obreros y populares de Frente único, que a la par que son el motor de
la movilización y de organización unitaria y democrática de la lucha, en
su desarrollo puedan llegar a ser las instituciones de la clase obrera
alternativas a la instituciones burguesas. Sin esas instituciones
alternativas, la llegada al Gobierno, por la vía electoral, no es la
llegada al poder sino el acceso al organismo gestor del poder real que
exista.
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